Luego de un tiempo uno reaccionó, pero ya era demasiado tarde, tan tarde que cuando volvió sólo encontró un vacío, una imagen en blanco, no disponible. Nada de lo que un día pudo haber tenido quedaba. No había nada. ¿Que podía esperar? Nada. Porque ya no habia nada. Esa magica comunicación habia terminado. El había buscado eso, solo recibía lo que el mismo había dado. Así que no tenia que quejarse de nada, porque todo lo que observaba, el se lo había ganado a pulso. La otra persona simplemente ya no quería saber nada. Y estaba en su derecho de hacerlo. Totalmente.
Ahora, lo más seguro es que la otra persona ni se percate de lo que
hace el otro. ¿Para qué? Es tonto pensar en eso. Quizás hace un buen
tiempo había un interés de la otra persona el conocer un poco más, pero
dudo sobremanera que aún haya recuerdos de parte de la otra persona, ¿o
si? El que decidió alejarse primero ahora tiene recuerdos, recuerdos
únicos. No es egoísta el pensar que solo él tiene recuerdos y que la
otra persona no, solo que cuando a alguien le pasa algo desagradable (en
este caso a la otra persona), lo lógico es que quiera olvidarlos y
desligarse totalmente.
El que se alejo primero ahora recuerda dichos sucesos y lo lamenta en exceso. Aún así guarda la débil esperanza de que la otra persona pueda leer esto. Aún está esa débil, minúscula y microscópica esperanza que aquella persona pueda leer esta carta.
Si lees esto, por favor perdóname... ¿serías otra vez una amiga para mí?
El que se alejo primero ahora recuerda dichos sucesos y lo lamenta en exceso. Aún así guarda la débil esperanza de que la otra persona pueda leer esto. Aún está esa débil, minúscula y microscópica esperanza que aquella persona pueda leer esta carta.
Si lees esto, por favor perdóname... ¿serías otra vez una amiga para mí?
Domingo 4 de Septiembre de 2016.
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